Si en tu día a día profesional encuentras muchas personas impuntuales, es fácil que esta actitud se nos pegue. ¿Cómo te afecta el ser impuntual a la hora de hacer negocios al practicar networking? Muchísimo más de lo que imaginas.

¿Cómo defines la puntualidad? No es una sucesión de casualidades. Ni siquiera es un hábito. Es una actitud. La actitud de respetarse a uno mismo y a los demás a un grado importante. Esa actitud nos lleva a coordinarnos cronológicamente para cumplir una tarea, un plazo, o llegar a un evento de networking, por ejemplo. La impuntualidad para mí entra dentro de el error número 2 más típico de las 10 cosas a evitar en #networking
Lo cierto es que la salud de tu networking sufre muchísimo si eres el que llega con la hora pegada siempre. O si llegas con el evento empezado.
«Disculpa…, Perdona…, Gracias…, ¡Hola Paco!, Disculpa…»
Siempre hay alguien que interrumpe,  ¡y encima se pone a saludar! El que llega tarde como hábito habla más de sí mismo que de ‘el tráfico imposible’ que se ha encontrado.
Yo mismo soy el ejemplo típico de haber sido rehén de la impuntualidad de los demás y haberme convertido sin quererlo en un profesional impuntual. He tenido que re-afirmar y renovar mi forma de trabajar para no dejarme arrastrar hacia la falta de puntualidad. Y me ha costado muchísimo ser lo suficientemente asertivo como para irme a los 15 minutos de estar esperando a alguien impuntual.
He llegado a la conclusión de que mi siguiente cita no tiene que pagar las consecuencias de que mi cita anterior llegara tarde. Es más, yo tampoco tengo que sufrir las consecuencias de la falta de coordinación personal y profesional de otra persona.
El problema es que cuando acudes a una reunión de networking o un evento profesional con empresarios, la impuntualidad nos posiciona inexorablemente. Puedes creerlo o no, pero es una verdad como la ley de la gravedad. Si llegas tarde, lanzas un mensaje negativo.

«Solamente tenemos una oportunidad para causar una buena primera impresión»

¿A que has escuchado esta frase antes? No es broma. Ser impuntual una vez, te posiciona como una persona poco organizada. Ser impuntual como hábito, te posiciona como una persona a la que le importa un pito los demás.
¿Qué puedes hacer para romper el hábito de llegar tarde? La respuesta obvia es la que seguro estás pensando:
«Pues, sal antes, ¿no te digo? Nadie se ha muerto por madrugar diez minutos más»
Por supuesto, cuadrar tu agenda para tener en cuenta imprevistos, te ayudará a no llegar tarde. Si sigues en la realidad tu agenda, claro está.
Pero no sé si la respuesta está ahí. Creo que madrugar más o salir antes es una consecuencia. Es el efecto de haber reflexionado sobre la importancia real del lugar al que vamos a ir y las personas con las que vamos a compartir espacio y tiempo. Si no has pensado con calma en el evento al que vas a acudir, quizá no eres consciente de que esas personas conocen a tus futuros Top 10 clientes. Y te pueden poner en contacto con ellos algún día, si se creen que eres un gran profesional.
Cada vez que llegamos tarde estamos dando una razón por la que no somos tan de fiar  a la hora de tratar a los clientes de los demás. Así de fácil, así de duro.
Con lo cual, propongo la reflexión antes del evento como parte de la solución al problema grave de la impuntualidad.

«¿¿Grave?? Nathan, hombre, no es para tanto…Todo el mundo llega tarde de vez en cuando…»

Vamos a ver. Cada profesional al que conoces se estima que tiene unos 215 contactos profesionales con los que tiene relación. Si vas a un evento al que acuden unos 30 empresarios y eres «el que siempre llega tarde«, estás potencialmente aniquilando tus propias posibilidades de contactar con unas 6.450 empresas.
Si el networking se basa en construir tu credibilidad, la impuntualidad es la tumba del networker. Y por si tienes la tentación de creerte esa afirmación; NO, no todo el mundo llega tarde.

«Tu falta de puntualidad habla tan alto, que no escucho lo que me cuentas de tu empresa.»

Si me hablas durante el evento de lo seria que es tu empresa, y cómo siempre cumplís con los plazos de entrega, y después no hay forma de que llegues a la hora, ¡apaga y vámonos! ¡no hay quien se lo crea!
Pero hay una justificación que no deja de sorprenderme tanto como encontrarme cada día excremento de perro por la calle, cortesía de algún amante de los animales con la misma actitud del impuntual.

«Es que no sabía que empezabais a la hora»

Ésta excusa me encanta, el colmo de la falta de profesionalidad. Hay culturas en las que la actitud de falta de respeto por las personas y los tiempos está tan arraigada, que se ve mal empezar un evento profesional a la hora anunciada. ¡El mundo al revés!
Lo que tengo que decirles a estas personas con todo el cariño es:

«Tu llegar tarde es un reflejo de cómo haces todas las cosas.»

Por eso, creo que además de cuadrar tu agenda, reflexionar sobre la importancia del lugar al que vas, hemos de cambiar nuestra actitud. La persona que tiene una actitud descuidada con los tiempos refleja que no está interesada por la excelencia. No busca superarse y ofrecer la mejor versión de sí mismo y de su empresa.
¿Cómo quieres que te recuerden los profesionales con los que conectas en los eventos de networking? ¿Como un ejemplo de profesionalidad? ¿O como el tipo tan majo que, «psst, no lo veo muy…»?  Ese ‘no lo veo muy’ seguramente nunca saldrá de la boca del empresario que te observó. Al igual que tus clientes no siempre te dicen la verdad de por qué te dejan.
¡No te des por vencido/a! Si para ti la puntualidad es una batalla perdida, no arrojes la toalla. Si convives con la falta de puntualidad, no seas rehén de los demás. Tu tiempo es la vida que te dejas segundo a segundo a girones. Es el tiempo que no estás con tu pareja, hijos, amigos, clientes. Haz que cuente.
Soy un defensor a ultranza de las ventajas de medir nuestro networking. No seas un networker suicida. ¿Por qué no medir nuestra puntualidad y trabajar nuestra actitud, preparación y coordinación de agenda?